En lo técnico es impresionante, puesto que es teóricamente un plano secuencia, es decir, "no hay cortes". Éste método sin duda contribuye a que el espectador sienta que es parte de la película y que acompaña a los personajes en su misión. La fotografía deja sin palabras, Roger Deakins logra de una manera maravillosa que el espectador logre encontrar impresionante y agradable para los ojos un tema tan difícil como lo es la guerra, el dolor, la pérdida. Personalmente no quería ni cerrar los ojos con tal de no perderme una gran toma. Y así, de la misma manera contribuye el sonido, que ayuda al espectador a mantenerse atento, pero a no saber que esperar y ayuda de una manera sensacional a que te sientas en el lugar del personaje.
Sin embargo, una cinta tan fenomenal en lo técnico puede ser un arma de doble filo, que en este caso no ayudó a la trama, que realmente se queda en la superficie. A pesar de que la fotografía te hace sentir en el lugar del personaje, la presentación de estos mismos nunca se siente, nunca sabes realmente quiénes son, que piensan, en que conflictos internos se pueden encontrar, es tan superficial esto que cuando hay momentos en los que pasan cosas difíciles, no se logra empatizar con el personaje, no comprendes el dolor. Al final, la guerra en sí, que es el tema, queda a la superficie y no destaca.
Es importante mencionar que esta cinta se realizó con base en relatos del mismo abuelo del director, lo cual hace que la cinta sea una carta de admiración y deja de ser objetiva, una vez más, te enseña solo un lado de los personaje y no ayuda a hacerlo sentir más real, no ayuda a que el espectador comprenda a los protagonistas.
Finalmente, ¿merece ganar? Personalmente creo que no, aunque la fotografía me maravilló, la historia no terminó de convencerme para lograr el premio más importante del cine, pero no dudo que se lleve varias estatuillas.