miércoles, 7 de noviembre de 2018

“Ser humano es un estado que requiere anestesia“



Bryan Singer ha sido el valiente director dispuesto a representar la historia de uno de los pilares más importantes de la música rock, Freddie Mercury, y cabe decir que lo ha logrado de una excelente y apasionada manera.


Bohemian Rhapsody es el más reciente blockbuster en cartelera y no hace falta decir que ha sido un éxito en taquilla al rededor del mundo. Cuenta la historia de una imagen pública dentro de las más famosas a través de la historia, con su gran voz, su enorme pasión y su peculiar personalidad, interpretado por el americano Rami Malek, Farrokh Bulsara, quien después cambiaría su inolvidable nombre a Freddie Mercury.

Está historia, que además de haber sido producida por dos de los integrantes de la famosa banda Queen (Brian May y Roger Taylor) y su representante Jim Beach es el más grande acercamiento que hemos tenido a la vida de Freddie, un verdadero intérprete, gran compositor y sin duda, una de las más brillantes mentes en la industria de la música.



A pesar de lo increíblemente cuidadosa que está hecha la película, con un time-line casi perfecto, una interesante fotografía y una narrativa excelente, cabe destacar que el director, los guionistas y respectivos productores tomaron decisiones creativas interesantes que pueden resultar en una confusión e información malentendida. Todos sabemos que este gran personaje perdió su vida a causa del VIH a la corta edad de 45 años, pero a pesar de que narraron de una excelente manera su camino hacia la fama como banda y como solista y la recreación del evento Live Aid fue impresionante, Freddie Mercury no tuvo conocimiento de su enfermedad hasta dos años después de dicho evento y el haber tomado esta enfermedad como razón para reunir a Queen puede ser tomada como una ofensa, poca seriedad a esta misma o incluso como acción de repulsión hacia los homosexuales. Es por esto que varias franquicias han declarado esta cinta como manipulaciones hacia la vida de Mercury.
Sin embargo, es importante resaltar y congratular el gran logro de Rami y Bryan al haber retratado a un músico tan importante de una manera expectacuñar, la dedicación de este actor para rescatar la esencia de Freddie, hacernos amarlo aún más apenas en los primeros 10 minutos de la cinta y lograr empatizar con él a lo largo de su pelea contra el mismo, contra su padre, contra una sociedad poco tolerante a la homosexualidad y aún así nunca haber perdido su pasión por la música, sus ganas de sentirse escuchado, de lograr grandes cosas, de darnos a entender a través de su música que todos somos inadaptados en diferentes formas.



Esta película sin dudas es una montaña rusa de emociones, en ningún momento querrás apartar la vista de la pantalla, te hará cantar, bailar, reír e incluso llorar.
Que viva la Reina.


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